Defensa Legal

La defensa legal desde un enfoque restaurativo va más allá del proceso, está centrado en la persona, en el adolescente. La mirada que prevalece en el sistema de justicia se enfoca, limita o restringe primordialmente al hecho, a la infracción. El enfoque restaurativo asumido por el equipo de defensa legal comprende y trasciende a la vez el objetivo de la protección de derechos, la exigencia del cumplimiento del debido proceso e incluso de la propia defensa legal orientada a defender los intereses del adolescente que ha infringido la ley penal. Es, pues, interés primordial del equipo de defensa, el adolescente mismo, es decir, la persona antes que el infractor.

En principio, el garantizar los derechos del adolescente que ha infringido la ley penal, asegurar el cumplimiento del debido proceso y promover una estrategia de defensa debe ser la base para la intervención que busque el cambio del adolescente. No se trata de sacarlo del proceso, sino sacarlo de la situación que lo ha llevado a delinquir.

En su relación con el adolescente y su familia, el equipo de defensa establece un enfoque educativo, es decir, la intervención pasa y se sostiene en el proceso legal pero no se agota ahí, lo más importante es el proceso socioeducativo que sigue el adolescente y que lo llevará a su autonomía, responsabilidad y a la construcción de su proyecto de vida.

El reconocimiento de la responsabilidad penal del adolescente infractor ¿es contradictorio con la protección de los derechos de los niño

Partamos por el hecho de que los adolescentes atendidos no tienen el mismo grado de madurez emocional que debe suponerse y exigirse a los adultos. Esta incuestionada inmadurez cognitiva / emocional impone que el reproche penal de la culpabilidad que se formula al adolescente infractor no pueda tener la misma entidad que el formulado normalmente a un adulto. Desde este punto de vista, la culpabilidad por el acto del infractor es de orden inferior a la del adulto.

Por ello, el equipo de defensa se ha encontrado con situaciones confusas en que se ha escuchado a los operadores asumir un modelo de responsabilidad atenuada del adolescente infractor mientras se ha ido suprimiendo ciertas referencias al derecho penal para evitar cualquier confusión con las instituciones y procedimientos relativos a la justicia para adultos.

La labor del equipo de defensa es importante, crucial; y puede ser de gran ayuda para recuperar al adolescente que ha infringido la ley penal. La intervención de este equipo podría ayudarlo a salir del apremio, de la detención en comisaría e incluso de la amenaza de un proceso que termine privándolo de su libertad; pero, esta situación podría ser el punto de inflexión para el cambio; transformar la situación crítica que está viviendo en una oportunidad para su desarrollo.

Es probable que el adolescente, ante el ofrecimiento de la posibilidad de una remisión, la acepte con la intención de “salir del paso”, que no lo procesen o internen. Es labor del equipo de defensa saber sostener la decisión del adolescente.

La actuación del equipo de defensa, en esa situación crítica puede generar confianza y adhesión en el adolescente. Esta confianza puede verse aún más fortalecida si el equipo trasmite valores, demuestra en su actuación una consistencia ética, una coherencia entre el discurso y la práctica que se traduce concretamente en que se preocupan por él, no por sacarlo del proceso únicamente, sino de la situación en la que se encuentra (atender las causas); y también, se preocupa por la víctima, por encontrar posibilidades de reparar el daño.

Esta experiencia positiva de contacto con un equipo de defensa que los ayuda y les trasmite en su práctica valores y una mirada de una justicia comprensiva y amigable, puede ser importante para el cambio de estos adolescentes que generalmente carecen de referente éticos y tienen una percepción negativa de la justicia.

 

 

 

 

El equipo de defensa buscará el mayor beneficio para el adolescente procurando una actitud colaborativa con disposición a reparar el daño

En el caso que el adolescente sea inocente o no se tenga certeza de participación en la infracción a la ley, el equipo de defensa buscará el archivamiento de la investigación o la absolución en juicio. El adolescente declarado inocente, a pesar de tener serios problemas o dificultades, debería ser puesto en buen recaudo.

En caso de que el adolescente sea el responsable y existen indicios que lo involucran, el equipo buscará en principio que le apliquen una medida alternativa a la privación de la libertad, o incluso apartarlo del proceso a través de la remisión.

Para que los operadores puedan aplicar la remisión o una medida socioeducativa alternativa a la privación de la libertad, valoran la disposición a colaborar en la investigación o juzgamiento reconociendo sobre todo su participación en el hecho; pero también es importante que el adolescente muestre un arrepentimiento sincero que lo lleve tanto a mostrar disposición para reparar el daño como para comprometerse a atender las situaciones que condicionan su conducta por ejemplo el consumo de drogas.

Esta actitud y disposición del adolescente y su familia es clave para que el operador de justicia pueda dar una resolución que extinga la acción penal o atenúe la medida o sanción. Con ello el sistema penal que siempre es aflictivo, mucho más con adolescentes, reduce su incidencia y da paso a otro tipo de intervenciones de carácter social y educativo. Es significativo señalar que importa mucho la actitud del adolescente para que el estado atenúe su intervención punitiva; y refuerce su intervención de protección. Lo relevante es no dejar sin atención al adolescente. Dicha atención debe de ir al fondo, a los factores que condicionan el comportamiento infractor, buscando además que el adolescente se inserte en los programas y servicios comunitarios.

Otro caso o situación es aquella donde el adolescente, si bien ha cometido la infracción, sin embargo, no hay indicios para involucrarlo. Es probable que en este caso el adolescente salga libre, pero no tenemos seguridad en que no vuelva a cometer otra infracción.

 

 

La responsabilidad desde una perspectiva restaurativa es activa, orientada a reparar el daño en forma integral y que el adolescente se haga cargo de su propia vida.

El abordaje tradicional de la justicia entiende la responsabilidad penal como la capacidad de entendimiento y discernimiento que el adolescente tiene respecto a hechos que son contrarios a la ley, siempre en el entendido que esta capacidad, por razón de su edad, es limitada. En caso que el adolescente cometa una infracción y se considera que tiene capacidad de entendimiento, está en condiciones de responder por sus actos. La respuesta penal frente a dichos actos es aplicarle una sanción prevista en la ley.

Desde una perspectiva restaurativa el abordaje de la responsabilidad es diferente. En principio contrapone la idea de responsabilidad pasiva, donde el adolescente es objeto de una sanción, con responsabilidad activa, entendida como aquella acción orientada a reparar el daño. En ambos casos el adolescente tiene que hacerse cargo de las consecuencias de sus actos. Desde un enfoque tradicional es asumiendo el castigo, y desde un enfoque restaurativo es reparando el daño en forma integral.

La situación que el adolescente reconozca el hecho y tenga la disposición de reparar el daño (y por tanto de cambio) tiene efectos en la acción penal, se extingue o en todo caso la represión penal se atenúe. En la doctrina se habla de responsabilidad activa, o de arrepentimiento sincero, donde se valora que efectivamente se repare el daño y el actor haga un esfuerzo por ello y por cambiar.

Incluso este enfoque de responsabilidad va más allá del ámbito penal. La idea es que el adolescente no sólo se responsabilice de las consecuencias de la infracción, principalmente buscando la reparación integral del daño; sino también de su propia vida. La intervención del equipo de defensa no está centrada en el proceso, sino en el adolescente. Ello implica que su objetivo no es librarlo del proceso sino encaminarlo hacia un cambio en su vida. Ello significa que se procurará en principio evitar el proceso pero para darle un tratamiento social y educativo, sin la connotación y la estigmatización que la intervención penal conlleva.

Para que esta intervención proceda implica que el adolescente se responsabilice. Reconozca en efecto que tuvo un error, que está dispuesto a corregirlo y repararlo, pero tiene la voluntad de cambio. De atender las situaciones y condiciones personales y familiares que lo han llevado a la infracción. Es decir, el sistema penal queda como una amenaza para los casos graves, no sólo en términos de lo gravoso del acto cometido, sino de las dificultades de cambio del adolescente y su familia. En aquellos casos, aun cuando el hecho es grave, importa mucho la posición, la actitud del adolescente, si hay condiciones y disposición para el cambio y para atender las consecuencias de la infracción, la acción penal puede extinguirse (remisión) o se atenúa (medida alternativa a la privación de la libertad).

Por ello es que el equipo de defensa, desde un inicio y a lo largo de su intervención, busca que el adolescente sea responsable en el sentido amplio. Es trasladar la decisión en él sobre las consecuencias de la infracción, pero también de todo aquello que afecte sus posibilidades de desarrollo. Colocar siempre la decisión sobre su futuro es una estrategia educativa importante. Trabajar la responsabilidad es un proceso largo. La responsabilidad no es algo individual, involucra a la familia.

En principio, la labor nuestra, es diferente que un abogado defensor privado. El abogado defensor privado, pagado por el adolescente o su familia, está muchas veces subordinado a la voluntad del cliente. Salvo que tenga un compromiso ético importante, tratará de ser fiel a su cliente, siguiendo sus indicaciones. En cambio el defensor público tiene un mandato ético, si bien tiene que acordar con su defendido, sin embargo, podría o tendría que proponer lo mejor, aun cuando sea contrario a la voluntad, del adolescente. En nuestra propuesta de hacer que el Ministerio de Justicia proporcione abogados, lo ideal sería capacitarlos para que tengan una mirada diferente y de ser posible, contar con un equipo interdisciplinario. En Lima Sur, es bueno que el abogado defensor trabaje con el equipo interdisciplinario.

La participación del equipo interdisciplinario en la defensa y en la justicia juvenil es central.

Dentro del sistema de justicia el discurso jurídico prevalece, debido a que los principales actores tienen una formación jurídica (operadores de justicia, abogados, etc.) La perspectiva y aporte de los equipos interdisciplinarios ha sido hasta ahora limitada. Sin embargo, en la justicia juvenil, teniendo en cuenta que los adolescentes son personas en desarrollo, el protagonismo de los equipos técnicos es mayor. Es casi imposible que los magistrados puedan hacer justicia sin el asesoramiento o intervención de los equipos técnicos. La existencia de un equipo interdisciplinario tiene la función de proporcionar evaluaciones, informes y propuestas adecuadas y efectivas.

La defensa desde un enfoque interdisciplinario no está comprendida en la legislación ni en los procedimientos establecidos. A pesar de ello, el proyecto ha logrado incorporar a los equipos interdisciplinarios dentro de la intervención del sistema formal, sobre todo a través de la intervención del abogado defensor.

Los equipos interdisciplinarios participan de manera protagónica en el momento de la detención dando contención al adolescente (y a la víctima), recabando información del adolescente y dando orientación a los operadores, luego, al momento de hacer la evaluación, la elaboración del informe técnico sustancialmente diseñando una propuesta de intervención y orientando en la estrategia de defensa.

 

 

El trabajo en equipo implica asumir roles y funciones específicos desde una mirada interdisciplinaria.

En todo equipo de trabajo integrado por profesionales de diversas disciplinas, hay roles y funciones diferenciadas. El trabajo en equipo significa fortalecer los roles y funciones asignados, a partir del diálogo e intercambio entre los distintos profesionales. Los roles y funciones no cambian, lo que cambia es la perspectiva y se mejora la intervención.

En el equipo de defensa tradicionalmente, por su función y relación con el sistema de justicia, el protagonismo del abogado defensor ha sido evidente. En general, el sistema y la propia formación de los operadores, tiene serias dificultades para integrar miradas y enfoques de profesionales no formados en derecho.

Conformar un equipo interdisciplinario de defensa ha sido un arduo proceso y aprendizaje. En un principio, la mirada del abogado ha prevalecido, pero a lo largo del tiempo la mirada de los equipos técnicos ha adquirido mayor relevancia. Ha sido importante que los tres profesionales se interrelacionen, dialoguen y se comprendan.

Esta interrelación se ha dado a partir del análisis y discusión de los casos concretos y de la necesidad de buscar resultados compartidos. Los buenos resultados dependen de la capacidad de trabajo en equipo, hay que unir fuerzas para convencer al operador, al adolescente, a la familia.

Si bien, formalmente, la defensa recae en el abogado, la estrategia y los argumentos son trabajados en equipo. En un equipo de defensa, por las implicancias del proceso legal, la función del abogado es primordial e insustituible; sin embargo, una buena defensa, sobre todo en el caso de adolescentes en conflicto con la ley, requiere de la participación de otros profesionales. Es necesario que el abogado defensor incorpore, en su mirada y en su discurso, perspectivas de las otras profesiones.

Los informes técnicos deben de presentar los problemas y dificultades, pero también las potencialidades. La responsabilidad en la redacción y presentación de los informes son cruciales, porque pueden “salvar” o “condenar” a un adolescente. Los escritos de defensa deben de incorporar de manera coherente y consistente las conclusiones de los informes.

Toda vez que hay que considerar que los operadores de justicia que no tienen una formación especializada y no cuentan con equipos interdisciplinarios, los informes y defensa deben hacerse en un lenguaje comprensible. El abogado, muchas veces, tiene que explicar el informe, e incluso absolver las preguntas de los operadores. Por ello es recomendable que los informes si bien deben ser técnicos el lenguaje debe ser comprensible para todos.

 

 

El equipo técnico integra la realidad y las posibilidades de cambio del adolescente lo cual da consistencia a la defensa.

El equipo interdisciplinario en la defensa aporta argumentos y propuestas técnicas y especializadas sobre la realidad del adolescente que la justicia debería atender, por ejemplo el consumo de drogas, la relación en su entorno familiar o sus expectativas de estudio o trabajo. Los equipos técnicos recaban una información que es sustancial para decidir sobre la situación del adolescente. En la actualidad la justicia, por carecer de equipos técnicos, no responde de manera adecuada y efectiva a la realidad de los adolescentes.

La decisión gira en torno a comprobar el hecho y determinar la sanción o castigo que establece la ley. Los operadores de justicia están enfocados únicamente en determinar si el adolescente es el autor y qué tipo de medida debe de aplicársele. No puede indagar sobre el sujeto, sobre sus condiciones personales, por sus posibilidades de cambio. El aporte de los profesionales técnicos es sustancial en este nivel.

Para efectos de decidir asuntos concernientes a los adolescentes es imprescindible conocer y comprender el desarrollo humano. La incorporación de la psicología y el trabajo social ha permitido, en el caso de los juristas, ampliar su mirada. Entender más el contexto, la realidad socio- familiar de los adolescentes. En principio, no se trata de una discusión de leyes, sino de la situación de los adolescentes y de las posibilidades de cambio.

Gran parte de los argumentos para otorgarle un programa están contenidos en la información proporcionada por los equipos técnicos. Los pedidos de remisión con informes técnicos especializados pueden ayudar en su concesión. Los equipos técnicos están en la capacidad de diseñar propuestas de programas, mientras que los operadores y abogados deben asegurar que dichos programa estén acordes a la legislación penal y se garanticen los derechos.

Una defensa que integre la realidad socio familiar del adolescente y de las posibilidades de cambio, elaborada técnicamente por equipos especializados obligará a los operadores de justicia a dar una respuesta de un nivel técnico, buscando una asesoría especializada. La labor del abogado debe incorporar en la argumentación legal y procesal, miradas, enfoques y propuestas interdisciplinarias.

El Código del Niño y del Adolescente, así como otras normas internacionales, recomienda tomar en cuenta las condiciones personales del adolescente para tomar una decisión. Son precisamente los equipos técnicos especializados los que están en capacidad de dar cuenta de estas condiciones personales.

Sabemos que los abogados no cuentan con un equipo interdisciplinario para ejercer la defensa bajo el enfoque propuesto, pero los insumos y la información que necesita el abogado para defender a los adolescentes puede recibirla de cualquier profesional especializado en la atención de adolescentes y que brinde sus servicios en la comunidad, estos pueden provenir de igual manera de instituciones privadas o públicas tales como centros de salud, equipo multidisciplinario del Poder Judicial, consultorios parroquiales, defensorías del niño y del adolescente, entre otros.

El abogado defensor que quiera trabajar bajo el enfoque restaurativo debe recordar:

  • Resguardar y garantizar el cumplimiento de los derechos de los adolescentes cuya detención le ha sido comunicada.
  • Velar por una adecuada calificación del hecho.
  • Promover, en los operadores de justicia, una valoración y una toma de decisión de acuerdo a la situación jurídica.
  • Si han sido vulnerados los derechos de los adolescentes durante la intervención conseguir la libertad inmediata del menor.
  • Acompañar y estar presente en todo acto de investigación con el adolescente.
  • Garantizar, cuando sea posible, la presencia de los padres y del Fiscal. Que la asistencia inmediata y oportuna favorezca la integración e inclusión de los adolescentes infractores, evitando la estigmatización y la vulneración de sus derechos.
  • Informar claramente los derechos que les asisten, los procedimientos básicos y los lugares a los que pueden acudir en caso de necesitar asistencia legal a los adolescentes en conflicto con la ley (y a su familia) que no conozcan sus derechos ni están familiarizados con los mismos.
  • Considerar, cuando fuera necesario, la apreciación del caso por un equipo interdisciplinario (psicólogo y trabajador social), a fin de sustentar su petitorio de defensa.
  • Utilizar su conocimiento para el desarrollo de la responsabilización, la posibilidad de reparar a la víctima y a la comunidad.
  • Impulsar, en lo posible, la aplicación de medidas alternativas a la privación de la libertad.
  • Trabajar con redes comunitarias, a fin de realizar un trabajo concertado que busque soluciones conjuntas, colaborando en la gestión de la justicia juvenil y garantizando el interés superior del niño. De esta manera, el abogado buscará la colaboración de profesionales de la comunidad que contribuyan en su labor de defensa.
  • Captar el interés del operador mediante el diálogo sobre el enfoque de Justicia Restaurativa y las ventajas que ofrece para una mejor, más ágil y efectiva administración de justicia.

 

 

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