La crisis que sacude actualmente a Venezuela lleva a miles de habitantes a dejar su país. Muchos de ellos, incluidas muchas familias y niños no acompañados, cruzan la frontera hacia Colombia y tienen que enfrentar condiciones de vida terribles. Marion Prats, especialista en protección de la infancia en crisis humanitarias, estuvo allí y da testimonio de esto.

En medio del colapso económico, la hiperinflación, la falta de acceso a alimentos y medicinas, la falta de servicios básicos como hospitales y escuelas, Venezuela está asolada por una crisis política, social y económica. Con la esperanza de escapar de esta situación, decenas de miles de venezolanos cruzan las fronteras de su país todos los días. El número varía dependiendo las fuentes: 462,000 están registrados oficialmente en Colombia, pero las estimaciones más comunes hablan más bien de un millón. Es probable que esta cifra se dispare a finales de año.

Al llegar a territorio colombiano con unas pocas pertenencias personales, a menudo de manera irregular, las familias migrantes se encuentran en situaciones de extrema vulnerabilidad. “La mayoría de estas personas no tienen acceso a la atención sanitaria básica y carecen de información sobre cómo gestionar su llegada al país. Tienen grandes dificultades para encontrar un lugar donde quedarse y se encuentran durmiendo en la calle, o terminan viviendo más de 30 personas en una sola habitación. Para sobrevivir, deben vender todos sus bienes, realizar pequeños trabajos informales, recurrir al tráfico ilegal o cometer delitos menores. Las mujeres a menudo no tienen otra opción que vender su cabello (para el mercado de extensiones de cabello) y prostituirse“, manifiesta Marion Prats, especialista en protección infantil en crisis humanitarias de Tdh, quien visitó Villa del Rosario y Puerto Santander, en el norte del país.

Una parte de los migrantes son menores, muchos de los cuales se encuentran solos, sin sus padres. « La situación de los niños y niñas es alarmante. A menudo se ven obligados a trabajar, a veces desde  los seis años de edad, y se ven enfrentados a la estigmatización y a enormes riesgos de violencia sexual en particular. No tienen acceso a la escuela ni a una vivienda digna. También hay casos de trata, venta e incluso alquiler de niños», continúa Marion.

A pesar de la gravedad del contexto y de la amplitud de las necesidades, pocas organizaciones están presentes para proporcionar apoyo. « Las necesidades son enormes y la respuesta humanitaria casi inexistente. A la gente, y especialmente a los niños y niñas, le falta de todo ». Los equipos de Terre des hommes se están movilizando actualmente para sensibilizar a la opinión pública y a los donantes, así como para recaudar fondos con el fin de proporcionar ayuda adecuada lo antes posible y proteger a los niños y niñas más vulnerables.

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